Llevo cuatro días con el virus respiratorio más motivado del semestre: rinorrea que parece competencia olímpica, tos intermitente y una energía que podría describirse como “batería al 12%”. Y mientras este inquilino microscópico hace turismo en mis mucosas, aproveché el encierro para revisar con lupa quiénes se están enfermando más, qué tan rápido se transmite este tipo de virus y cuál es el riesgo real para distintos grupos poblacionales. Al final, entender estos datos no solo explica por qué uno termina hablando como si tuviera un tapón en la nariz, sino también quiénes deben cuidarse más y cómo evitar que un simple virus se convierta en una semana perdida.

¿Qué virus es el culpable? (con nombres y probabilidades)

Por la forma en que empezó (moco claro que se vuelve espeso, tos juguetona y esa sensación de “no estoy grave, pero quiero cama”), lo más probable es que esté lidiando con uno de estos clásicos:

  • Rinovirus → responsable del 30–50% de los resfriados

  • Coronavirus estacionales → OC43, 229E, NL63, HKU1

  • Parainfluenza leve → primo tranquilo del que causa crupe en niños

  • Influenza leve → sí, también circula por temporadas

Probabilidades según circulación actual:

  • Rinovirus: 50–60%

  • Coronavirus estacional: 15–20%

  • Parainfluenza: 10–15%

  • Influenza leve: 10–15%

Lo más probable: un rinovirus, el Messi de los resfriados: rápido, eficaz y siempre anotando goles donde no debe.

¿A quién infecta con más ganas?

Los virus respiratorios son muy inclusivos… pero tienen favoritos:

  • Niños en edad escolar → tasa de contagio hasta 70%

  • Adultos estresados y mal dormidos → inmunidad en modo “me rindo”

  • Personas que viven en interiores cerrados

  • Adultos mayores, especialmente >60 años

  • Médicos, porque hablamos cerca de mucha gente

Cada año, un adulto tiene 2–3 infecciones respiratorias.
Un niño: 8–12.
O sea: si un niño respira, contagia.

¿Qué tan rápido se contagia? (spoiler: demasiado)

Aquí va lo que emociona a cualquier epidemiólogo serio:

  • Periodo de incubación: 24–72 horas

  • Ventana contagiosa: desde 1 día antes de los síntomas hasta 7 días después

  • Tasa de ataque secundario en casa: 25–70%

  • Sobrevida en superficies:

    • Rinovirus → 3–24 horas

    • Coronavirus estacionales → hasta 48 horas

    • Parainfluenza → 4–10 horas

Traducción:
Estornudas una vez en un espacio cerrado y contagias medio salón sin darte cuenta.

¿Quién corre riesgo de complicarse o morir?

La mayoría de adultos sanos se recuperan sin drama, pero no todos tienen la misma suerte.

Riesgo BAJO (≈0–0.01%)

  • Adultos sanos

  • Jóvenes

  • Personas activas

Riesgo MODERADO (0.1–0.5%)

  • Mayores de 65 años

  • Obesidad (riesgo aumenta 2 a 3 veces)

  • Fumadores

  • Diabéticos controlados

  • Hipertensos

  • Asmáticos

Riesgo ALTO (0.5–3%)

  • Personas con EPOC (riesgo de hospitalización aumenta 5 veces)

  • Cáncer/Quimioterapia

  • Insuficiencia cardíaca

  • Enfermedad renal avanzada

  • Inmunosuprimidos

  • Diabetes mal controlada

  • mayores de 75 años

Dato crucial:
El 70–80% de las muertes por infecciones respiratorias NO son por el virus en sí, sino por descompensación de enfermedades previas.

Por eso estoy moviendo mis consultas a formato virtual: tengo pacientes con cáncer, EPOC, diabetes y cardiopatías. Para ellos, mi virus “moderado” es una amenaza seria.

¿Y la vitamina C? ¿Sirve o es un mito que no quiere jubilarse?

La pregunta del millón.

La vitamina C NO previene los resfriados.
No importa si tomas dosis normales, megadosis o si le prendes una vela.

Según Cochrane (los alemanes estrictos de la evidencia médica):
➡️ NO reduce la probabilidad de enfermarte.

Pero…

Cuando ya estás enfermo, sí ayuda un poquito.

No cura el virus.
No mata microbios.
No regresa exes tóxicos.

Pero reduce entre 8% y 14% la duración del resfriado en adultos y hasta 18% en niños.
O sea, un resfriado de 7 días puede durarte 6.

¿Tomarla todos los días “para reforzar defensas”?
No funciona.
A menos que seas maratonista o militar en entrenamiento extremo.

En la gente normal: no previene nada.

Cómo protegerte (y proteger a otros)

1. Ventilación: la reina absoluta

Ventilar una habitación reduce hasta 70% los aerosoles en 15 minutos.
El virus odia el movimiento de aire.
Cada ventana abierta es un virus llorando.

2. Tapabocas si tienes síntomas

Reduce la transmisión entre 40% y 80% según escenario.
No es drama, es física.

3. Evita espacios cerrados llenos de gente

Los virus aman los cuartos sin ventanas y los ascensores.

4. Dormir bien

Dormir menos de 6 horas aumenta el riesgo de infección x4.
Tu sistema inmune tiene sueño, literal.

La vacuna de influenza

¿Sirve?

Mucho.

Reduce mortalidad en adultos mayores en 40–60%, disminuye hospitalizaciones en diabéticos y reduce infartos en cardiópatas en temporada viral.

¿Ponérsela si estoy enfermo?

No.
Espera a recuperarte (48 horas sin fiebre).

¿Quiénes deben ponérsela sí o sí?

  • Mayores de 60 años

  • Diabéticos

  • Quienes tienen enfermedad cardiovascular

  • EPOC

  • Personal de salud

  • Cuidadores

  • Personas con cáncer o inmunosupresión en casa

¿Y si ya te agarró el virus?

1. Hidratación

La mucosa hidratada es como un portero bravo: no deja pasar a nadie.

2. Descanso real

No teletrabajo con fiebre.
No correos.
No “solo reviso algo”.
Descanso.

3. Antigripales útiles

  • Miel (sí sirve), si no tienes diabetes o prediabetes

  • Acetaminofén

  • Descongestionantes (máximo 3 días)

Evita:

  • Antibióticos

  • Ibuprofeno en pacientes con enfermedad renal, con hipertensión o con antecedentes de enfermedad gástrica

4. Señales de alarma

  • Dificultad respiratoria

  • Fiebre >3 días

  • Dolor torácico

  • Saturación de oxígeno <94% (a nivel del mar)

  • Somnolencia excesiva

5. Aislamiento responsable

3–5 días o hasta que la tos no expulse medio litro de aerosol por frase.